Abrir el grifo y que corra agua potable y cristalina es una comodidad que nos parece tan cotidiana que pocas veces nos paramos a pensar cuál es el proceso que nos permite este vital servicio. Hacer llegar el líquido elemento a edificios de varias o incluso muchas plantas, situadas a veces a alturas considerables, es un proceso complejo que cobra mayor dificultad cuanta más elevado es el punto al que el agua debe llegar. No es lo mismo una urbanización casi a ras de suelo que una construcción vertical donde la gravedad juega en nuestra contra. La presión constante es la clave del buen funcionamiento de estos sistemas de distribución de agua. Podemos encontrarnos con diversos sistemas de bombeo que hagan posible el abastecimiento en hogares de todo tipo. Estos sistemas se basan en la consecución de un equilibrio hidráulico atendiendo a un balance de energía en el que inciden la energía potencial, cinética y pérdidas en energía.
Existen cuatro métodos básicos de distribución de agua a edificios de varias plantas: sistemas de bombeo directo, sistemas hidroneumáticos, distribución desde depósitos aéreos y suministro directo desde la red a grifos de cocina y baños abastecidos por depósitos aéreos.
En el sistema de bombeo directo, el líquido transparente procede de un depósito de gravedad a nivel del suelo o incluso situado en sótanos hasta un depósito de gravedad que se coloca en el tejado. Esta acción es posible gracias a un conjunto de bombas de refuerzo que dispondrán de varias etapas y velocidades. Su misión es la extracción del agua hasta un depósito hidroneumático de presión que gracias a la presión de aire deriva en un adecuado abastecimiento de agua potable.
Lo habitual es que se utilicen grandes bombas de agua destinadas al llenado de un depósito situado por encima de la planta ocupada más alta para, aprovechando la gravedad, poder realizar su distribución por todo el edificio. Si tomamos como referencia edificaciones que superan las tres plantas, los constructores los dotan de un sistema centralizado en el que encontramos una red de fontanería doméstica sofisticada respaldada por proyectos de ingeniería que garanticen estabilidad y durabilidad en los equipos. La clave está en la elección de la bomba de aumento de presión que se adecue a dar servicio a todas y cada una de las instalaciones del edificio. Para ello hay que contemplar también el tamaño adecuado de todos los componentes del circuito. Estos circuitos cuentan con una bomba y con un accionador de la misma, que puede ser un motor eléctrico o bien un motor de combustión interna. Éste genera la energía mecánica, mientras la bomba transforma esta energía en energía cinética, obteniendo el agua mediante presión, velocidad y posición.
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